La magia de la intuición reside en la rapidez de respuestas que genera.
Nuestra manera de analizar el mundo y de recibir información, pasa por dos tipos de vías. En primer lugar está la vía central, que se encarga de acercarse a la realidad de una forma meramente racional, lo que requiere un tiempo y esfuerzo más elevado que la segunda vía, llamada vía periférica o heurística, que es aquella que tiene carácter intuitivo y actúa de forma inconsciente y rápida.
Esta segunda vía produce respuestas muy rápidas, pero al mismo tiempo requiere un posterior aprendizaje, que se adquiere con mucha lentitud. Esta es la razón por la que este mecanismo no está al alcance de todos en muchas ocasiones cotidianas.
El aprendizaje de la vía intuitiva está basado en una repetición de patrones provenientes de experiencias vividas de forma repetida, de tal forma que cuando se preste la ocasión, la persona será capaz de reconocer dicho patrón y actuar rápidamente frente a él.
Cada día estamos expuestos ante multitud de impulsos comunicativos, que intentamos descodificar, procedentes tanto de las relaciones interpersonales como de los medios, . Lo fundamental de la intuición comunicativa es que nos proporciona pistas en base a patrones aprendidos a las que, por lo general, no prestamos atención.
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