jueves, 11 de febrero de 2016

La psicología de la mentira

El ser humano es característico por su capacidad de comunicarse entre sí mediante el uso del lenguaje. A parte del lenguaje verbal, adquiere una gran importancia el lenguaje no verbal, ya que entre un 50% y 70% de los mensajes emitidos o recibidos son no verbales. Sólo una parte de este lenguaje puede ser controlado voluntariamente; la otra parte de señales, que se corresponde con el engaño y la mentira, son muy difíciles de ocultar. Se trata de respuestas biológicas que el que comunica no es consciente que realiza.

A través de estos gestos, miradas y expresiones faciales, podemos controlar fácilmente los sentimientos y actitudes de las personas.

Cuando una persona está mintiendo, utiliza la mayor parte de su concentración en tratar de utilizar las palabras adecuadas, dejando a un lado aquellos gestos de los que estamos hablando, debido a que desde un primer momento no parecen tan importantes y son más difíciles de controlar que las palabras.

Tres revelaciones de engaño:
1.       Incongruencia entre el lenguaje verbal y el no verbal por un excesivo intento de controlar la información que se produce.
2.       Los procesos cognitivos que acompañan el acto de la mentira, conllevan conductas verbales involuntarias.
3.       Mentir provoca estrés, miedo y esfuerzo.

Principales indicadores del engaño:
-          Expresiones y micro expresiones faciales: las expresiones emocionales auténticas no duran más que unos segundos, por lo que si duran más de 5 segundos, son forzadas.
-          Sonrisa: oculta emociones como la ansiedad o el miedo. Ayudándose de la risa falsa o la risa nerviosa.
-          Voz: se vuelve más aguda elevando su tono
-          Ritmo del habla: el patrón rítmico habitual del habla se vuelve más lento, inconsciente y con errores.
-          Gestos: cuando se miente se utilizan menos gestos, y por lo tanto se produce una incongruencia en la expresión verbal y no verbal.

Por otro lado, cuando mentimos sufrimos el sesgo de foco de luz, es decir, que creemos que la gente nos mira más y que llamamos más la atención de lo que realmente lo hacemos.







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